Un joven pastor se enamoró de una hermosa joven que era Lamiñak, vestida con unos vestidos todo de oro. Esta bella joven le salió al joven pastor al paso y le propuso matrimonio. El pastor le dijo lo siguiente: "Yo sí te acepto, pero primero deja que consulte a mi madre", y dicho esto fue a donde su madre y le contó que era la mujer mas bella que había visto, y que si ella lo permitía o le daba consentimiento para casarse con ella.
Entonces la madre le dijo: "Hijo,no te precipites tanto, pues lo único que sabes de ella es que es bella, pero no sabes nada más. Mira hijo, no quiero quitarte las ilusiones y te aconsejo, que antes de que te cases con ella, te fijes en sus pies, y te recomiendo que lo hagas lo antes posible, pues si no lo haces, lo podrás sentir toda tu vida."
Fue el pastor donde le estaba esperando la mujer en el monte y cuándo llegó donde ella, la vio sentada sobre un carnero, peinándose con un peine de oro, y descubrió que sus pies eran como los de los patos. El pastor, todo entristecido, se volvió para su casa y no quiso casarse con ella.
Más tarde se puso enfermo, y cuándo le vieron ya era tarde, pues se moría de amor por la bella lamiñak, pero ya sabía que era un amor imposible. Cuando murió y lo llevaron a enterrar, las lamiñak que vivían en los montes acudieron en su honor y una de las lamiñak más bellas, precisamente la que se quiso casar con el pastor, dicen que iba llorando; otros cuentan que no llegó a pasar la bella lamiñak la puerta de la Iglesia.
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