Se dice que Silky es el travieso fantasma que se desliza en torno a las casas de campo de la región inglesa de Northumbria. Varias leyendas cuentan la misteriosa aparición de este fantasma envuelto en su tradicional seda negra.
Silky merodea los bosques, las granjas aisladas y los senderos de Belsay, cerca de Morpeth. Es una imagen que sorprende a los incautos campesinos o a las doncellas que transportan leche en sus carros. Suele pasear sobre todo por la peña de Belsay, y se sienta en un árbol por encima de la cascada, para contemplar desde allí lo que sucede más allá de las aguas. Ese árbol es conocido en la región como la Silla de Silky.
También se cuenta que Silky vive en la casa encantada de Denton Hall, una mansión al oeste de Newcastle. La aparición ha sido muchas veces vista flotando en la escalera. Un día, un joven rico que permanecía en el salón de la casa vio a una anciana vestida con una bata negra de raso junto a la chimenea. Sobre su rostro arrugado llevaba una capucha oscura.
La anciana comenzó a decirle al joven: “Si supieras lo que yo sé y pudieras ver con mis ojos...”. Y comenzó a relatarle los peligros que pasaría al cabo de su vida. Cuando el hombre se levantó de su asiento, la imagen desapareció. Lo único que podía oírse era el susurro de la seda tocando el suelo.
A finales del siglo XVIII, los habitantes de Black Heddon apenas podían dormir con las misteriosas travesuras de un fantasma que levantaba las faldas de las chicas de la ciudad. Silky se aparecía en los caminos a los jinetes, e incluso, en ocasiones, se sentaba con ellos detrás en la montura. Sólo era apreciable porque los caballos se inquietaban demasiado.
Lo único que se sabe es que este fantasma juguetea en la región de Northumbria. Nunca le ha hecho daño a nadie, porque no es su interés. Simplemente quiere jugar y divertirse, aunque claro, eso a todo el mundo no le parece lo mismo, sobre todo si tenemos como compañero de juegos a un fantasma.
Silky merodea los bosques, las granjas aisladas y los senderos de Belsay, cerca de Morpeth. Es una imagen que sorprende a los incautos campesinos o a las doncellas que transportan leche en sus carros. Suele pasear sobre todo por la peña de Belsay, y se sienta en un árbol por encima de la cascada, para contemplar desde allí lo que sucede más allá de las aguas. Ese árbol es conocido en la región como la Silla de Silky.
También se cuenta que Silky vive en la casa encantada de Denton Hall, una mansión al oeste de Newcastle. La aparición ha sido muchas veces vista flotando en la escalera. Un día, un joven rico que permanecía en el salón de la casa vio a una anciana vestida con una bata negra de raso junto a la chimenea. Sobre su rostro arrugado llevaba una capucha oscura.
La anciana comenzó a decirle al joven: “Si supieras lo que yo sé y pudieras ver con mis ojos...”. Y comenzó a relatarle los peligros que pasaría al cabo de su vida. Cuando el hombre se levantó de su asiento, la imagen desapareció. Lo único que podía oírse era el susurro de la seda tocando el suelo.
A finales del siglo XVIII, los habitantes de Black Heddon apenas podían dormir con las misteriosas travesuras de un fantasma que levantaba las faldas de las chicas de la ciudad. Silky se aparecía en los caminos a los jinetes, e incluso, en ocasiones, se sentaba con ellos detrás en la montura. Sólo era apreciable porque los caballos se inquietaban demasiado.
Lo único que se sabe es que este fantasma juguetea en la región de Northumbria. Nunca le ha hecho daño a nadie, porque no es su interés. Simplemente quiere jugar y divertirse, aunque claro, eso a todo el mundo no le parece lo mismo, sobre todo si tenemos como compañero de juegos a un fantasma.
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