Cuentan los que saben de esto que hace muchos siglos existía una posada a una de las orillas del Llobregat, posada que carecía de pozo y cisterna, por lo que sus habitantes debían de desplazarse de una manera continua a la otra orilla del río, donde si podían encontrar una cristalina agua procedente de una fuente. Cierto día una doncella, que era la que se encargaba de la faena del transporte del agua de una orilla a otra, exclamó malhumorada que más le valdría entregarse al diablo que tener que cruzar el río a pie -saltando a través de unas rocas- para acercarse hasta la fuente. Como suele ocurrir en estos casos, no había acabado de decir la frase cuando se le apareció un caballero asegurándola: "Construiré el puente para tí en una sola noche para que no tengas que padecer cruzando constantemente el río si me entregas tu alma como has dicho".
La mujer aceptó la propuesta del extraño y el caballero -que como habrá adivinado el avispado lector, no era otro más que el demonio tentador en persona- se puso a trabajar inmediatamente en el proyecto. Ella contemplaba el avance de los trabajos desde la ventana de la posada, paso a paso, piedra a piedra, el maligno desarrollaba la obra de forma increible. Pero, conforme la obra avanzaba, la mujer comenzó a sentir pánico al recordar el carácter de su pacto. Cuando solo faltaba una piedra para que la obra pudiera darse por concluida fue a buscar a la ama de la casa para explicarla lo que estaba pasando.
La patrona, mujer decidida y de recursos, no lo dudó ni un momento, cogió un cubo de agua y volcó su contenido por encima del gallo de la casa. Éste, sorprendido en su sueño por tan inesperado 'regalo', se puso a cantar, con lo que despertó a los gallos de las granjas vecinas, los cuales comenzaron también a cantar.
Tal estrépito llegó a los oidos del diablo en el momento que estaba dispuesto a fijar la última piedra del puente, por lo que supuso que no había sido capaz de cumplir su parte del pacto, la de construir el puente en una sola noche. Furioso dejó caer en el suelo el último pedrusco antes de marcharse definitivamente al infierno.
La mujer aceptó la propuesta del extraño y el caballero -que como habrá adivinado el avispado lector, no era otro más que el demonio tentador en persona- se puso a trabajar inmediatamente en el proyecto. Ella contemplaba el avance de los trabajos desde la ventana de la posada, paso a paso, piedra a piedra, el maligno desarrollaba la obra de forma increible. Pero, conforme la obra avanzaba, la mujer comenzó a sentir pánico al recordar el carácter de su pacto. Cuando solo faltaba una piedra para que la obra pudiera darse por concluida fue a buscar a la ama de la casa para explicarla lo que estaba pasando.
La patrona, mujer decidida y de recursos, no lo dudó ni un momento, cogió un cubo de agua y volcó su contenido por encima del gallo de la casa. Éste, sorprendido en su sueño por tan inesperado 'regalo', se puso a cantar, con lo que despertó a los gallos de las granjas vecinas, los cuales comenzaron también a cantar.
Tal estrépito llegó a los oidos del diablo en el momento que estaba dispuesto a fijar la última piedra del puente, por lo que supuso que no había sido capaz de cumplir su parte del pacto, la de construir el puente en una sola noche. Furioso dejó caer en el suelo el último pedrusco antes de marcharse definitivamente al infierno.
3 comentarios:
En Girona también tienen una leyenda sobre el "pont del dimoni" te la mando por e-milio :)
Conozco alguna otra versión del "puente" en una noche, pero no esta solución tan ingeniosa.
Saludos
Yo tambien conozco otras leyendas sobre ' El pont del diable ' pero esta sin duda es la mejor.
Un saludo.
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