Cuenta la leyenda que el Señor Menén, descendiente de los Porra, tenía grandes tierras y riquezas, pero sus mayores tesoros eran sus dos hijos, uno varón, llamado Martín y una fémina de gran belleza de nombre Covadonga.
La belleza de la hija, era comentada por muchos lugares y era muy cortejada por pretendientes de los valles. Pero uno de ellos llamado Don Suero de Bimenes, señor de valles sombrios y siniestros, fue el elegido por su valentía y nobleza.
Poco a poco empezaron con el cortejo con el beneplácito del Señor Menén, pero no duró mucho ya que Don Suero fue llamado por el Rey para formar parte de la guerra y tuvo que marcharse lejos de su amada.
Aunque las hazañas de Don Suero eran comentadas por todas partes, Covadonga se sentía sola y extrañaba cada día más a su amado
Pero el día esperado llegó, y Don Suero volvió, pero no fue a ver a su amada ni a dar sus respetos al Señor Menén. Esperaron, pero la espera fué en vano, Don Suero, no aparecía, así que el Señor Menén, envió a su hijo Martín para que diera alguna explicación de su comportamiento.
Martín, ensilló su caballo y se encaminó hacia el castillo de Bimenes, residencia de Don Suero. Una vez allí, Martín le pidió cuentas mientras iba encolerizándose cada vez más. Don Suero no sabía darle una explicación y le rogó que se calmara, a lo que Martín respondió con su espada.
Así se enfrentaron la veteranía de uno con el coraje de otro y como era de esperar Don Suero le hirió de muerte con una estocada.
Mientras estaba dando sus últimos suspiros, Don Suero alabó el valor y fortaleza nombrándole su mejor amigo.
Hoy se conoce a la capital del concejo de Bimenes con el de Martín Porra en recuerdo de aquél suceso.
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