La paciencia




Un mandarín, a punto de asumir su primer puesto oficial, recibió la visita de un gran amigo que iba a despedirse de él.

- Sobre todo, sé paciente – le recomendó su amigo – y de esa manera no tendrás dificultades en tus funciones.

El mandarín dijo que no lo olvidaría.

Su amigo le repitió tres veces la misma recomendación, y cada vez, el futuro magistrado le prometió seguir su consejo. Pero cuando, por cuarta vez, le hizo la misma advertencia, estalló:

- ¿Crees que soy un imbécil? ¡Ya van cuatro veces que me repites lo mismo!

- Ya ves que no es fácil ser paciente: lo único que he hecho ha sido repetir mi consejo dos veces más de lo conveniente y ya has montado en cólera – suspiró el amigo.


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