Doña Pilar, ferviente religiosa, acudió extrañada a esa misa a horas intempestivas. Al entrar en misa observó que el sacerdote no era el habitual (mosén Francisco), pero no le dió importancia hasta que el cura se dio la vuelta y pudo comprobar que quien estaba diciendo la misa era un esqueleto en descomposición.
A ella le dio un desmayo y hasta dos horas después nadie pasó por la iglesia que pudiese recogerla y despertarla. Al final accedió a contar lo sucedido.
A los pocos días se volvió a tocar a misa a una hora poco habitual y tres fieles acudieron y huyeron al comprobar que era un muerto el que decía misa con voz cavernosa. Todo el mundo empezó a temer al cura, por la noche se acostaban con miedo y se preocupaban de cerrarlo todo a cal y canto para que no entrase en casa.
Sólo Don Roque adivinó que se trataba del alma en pena de un sacerdote que necesitaba de una misa para encontrar el descanso eterno. Así fue que convocó al pueblo a que asistiese a la siguiente llamada.
Varios días después se volvieron a oír las campanas y acudieron varios vecinos de Benasque. Pero, al ver la fealdad del muerto que presidía la misa, todos menos Don Roque huyeron de la iglesia. Don Roque aguantó y rezó fervorosamente hasta el final de la misa. Cuando terminó, abandonó el altar el cadavérico sacerdote hacia la sacristía.
Desde entonces ya no se ha vuelto a aparecer aquel cura de Benasque.
5 comentarios:
Joer, qué yuyu..........
Si hubiera tenido que ir yo a la misa esa, todavía estaría tocando las campanas
Jolin...con el cura, que valor...yo huviera salido corriendo como el resto de aldeanos.
Yoesk ni hubiera ido y yo soy de benasque
a mi esta leyenda siempre me ha gustado oirla, da un poco de miedo y es interesante, por eso me gusta tanto. gracias por este resumen de la historia
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