Los vikingos de Solway Firth

La frontera occidental de Escocia con Inglaterra termina en una región montañosa en la que el mar de Irlanda entra como una cuña. Este brazo de mar que penetra en tierra británica se llama Solway Firth, y algo debe de tener su agua, porque, según dicen, es escenario de pintorescas apariciones y curiosas leyendas marinas.

Cuenta una de esas leyendas que hace mucho tiempo, durante la lejana época en que los escandinavos asolaban las costas de las Islas Británicas, dos piratas daneses fueron a dar con sus drakkars a Solway Firth. Las panzas de los barcos ya rebosaban oro y joyas, por lo que sus capitanes decidieron fondear allí y proporcionar a su gente una merecida noche de descanso.

Desde la costa, los lugareños miraban con temor hacia los dos barcos de guerra. Muchos se juntaron en las iglesias para rezar, rogando a Dios que les librase de la ira de los hombres del norte. Y tal vez el Señor escuchó sus plegarias, porque esa misma noche se desató una terrible tormenta que hundió los dos drakkars junto a toda su tripulación.

Los habitantes de Solway Firth celebraron el naufragio como un acto de justicia divina. Sin embargo, la muerte no iba a ser obstáculo suficiente para detener a los vikingos: aparecieron pronto personas que afirmaban haber visto durante las noches de cielo despejado a los dos barcos de guerra navegando por el brazo de mar, con el viento hinchando sus velas y la luna reflejándose en los escudos de sus tripulantes.

Ningún lugareño se atrevió nunca a acercarse a las apariciones, hasta que mil años después, a principios del siglo XVIII, dos muchachos lo intentaron en un pequeño bote. Cuando ya estaban casi a su altura, los drakkars se hundieron de forma súbita, arrastrando con ellos la lancha de los dos jóvenes. Según la leyenda, sus restos no volvieron a salir a la superficie, y tampoco los barcos espectrales.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer, pobrecillos. Tenían que haber hecho caso a la sabiduría popular y no haberse acercado.

AZAHARA dijo...

Uff! Siempre me ha dado terror que me succione un barco consigo hacia el fondo del mar, debe ser horrible.

Paulus dijo...

Tengo dos terrores confesos: Uno por la santa compaña y el otro por el holandés errante. Los vikingos de Solveg son una variante que me parece menos temible.

Sé que sueno ridículo, pero no puedo evitarlo: Azahara, si alguna vez te tocara abandonar un barco que se hunde, no saltes al agua, métete con suavidad y nada contra el viento pase lo que pase detrás. Si hay alguien que pueda ayudarte, está por ese lado.

Gracias Kassiopea.
Saludos polares.

Paulus.

Kassiopea. dijo...

Paulus, me acabas de dar una idea. De la Santa Compaña también hablaremos un día.

Paulus dijo...

Hacedlo bajito, discreta y respetuosamente... Es como digo uno de mis terrores confesos. (Lo digo en serio...)