Según la creencia popular allá por el siglo XVI, un campesino de Batres, como otras tantas veces, llevó a su casa unos troncos de leña que había recogido mientras araba sus campos.
El labrador, dado lo crudo del mes de febrero, se dispuso a encender un fuego, pero no tenía yesca con la que poder hacerlo. A punto de caer en la desesperación, fue sorprendido por un resplandor de fuego y luz, en cuyo centro estaba una cruz hecha con los mismos leños que él había recogido.
El eco de este asombroso hecho se extendió por los alrededores y fueron los aldeanos del vecino Añover de Tajo, ya en Toledo, los que reclamaron la milagrosa cruz, alegando que la habían perdido durante la invasión musulmana.
La disputa se solucionó con la celebración de un juicio entre Batres y Añover de Tajo, resultando el fallo a favor del pueblo madrileño.
La asombrosa historia llego a oídos del mismísimo Papa Pío V, Antonio Michele Ghiselieri, antiguo monje dominico que fue canonizado por Clemente XI en 1712.
Cuenta, igualmente, la leyenda que Pío V llego a participar en el pleito y, admirado de la fe de sus vecinos, donó a Batres sus propias sandalias.
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