Cuenta la leyenda que a mediados del siglo XIX la policía perseguía en Málaga a un ladrón llamado Zamarrilla. Éste se escondió debajo del manto de la Virgen de la Amargura. La policía no se imaginaba que el ladrón estuviera en la iglesia y se fue.
El ladrón, agradecido, le prendió a la Virgen una rosa blanca en el pecho con su puñal. La rosa se puso roja debido a que la imagen empezó a sangrar. Zamarrilla se volvió bueno.
4 comentarios:
No conocía esta tradición. ¡Qué bonita!
Un saludo.
q bonito todo
q bonito todo mas q todo el final
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