"A Costa da Morte". Lugar de marineros intrépidos, de profundas y ancestrales tradiciones, de supersticiones y leyendas en las que la Muerte es la protagonista.
Leyendas trasnmitidas de padres a hijos, entre susurros, en las largas noches de invierno, cuando los temporales impiden a los barcos salir a faenar.
¿Por qué este tétrico nombre? Existen diversas teorías. Algunos creen que se debe a la fuerza del mar contra estas abruptas costas que no tiene piedad ni con barcos ni con hombres. El fondo de sus aguas es un enorme camposanto, un cementerio azul para cientos de marinos.
Otros, dicen que era por la creencia de que al ser el Fin del Mundo, ahí estaba la frontera con la Muerte.
Interpretaciones más esotéricas nos hablan del ancestral Camino de las Estrellas, hoy Camino de Santiago, que terminaba en Finisterrae y por donde antiguos caminantes celtas llegaban de toda Europa al lugar donde el Sol moría cada día para renacer a una nueva vida de Luz.
Pero entre las mil y una explicaciones, hay una terrorífica que se enmarca en la tradición mitológica celta y se desconoce a que épocas se remonta.
Es evidente que esta historia o leyenda de la "Costa da Morte" tuvo que originarse en tiempos remotos, en fechas en las que no existían en las costas cercanas faros de navegación, o acaso, sólo uno, el ubicado en la llamada Torre de Hércules de A Coruña.
Eran tiempos lejanos, donde tal vez, las dos únicas señales marítimas posibles, fueran la ancestral costumbre de hacer sonar con sus soplidos las caracolas de mar en los días de niebla y las pequeñas hogueras que las mujeres encendían en los cabos y atalayas para señalar a sus hombres el camino de regreso a tierra.
La llamada leyenda de a "Costa da Morte" se sustenta en un hecho real, el excesivo número de hundimientos que verdaderamente se han dado a lo largo del litoral, culpabilizando de ello, a los nativos de la región.
La leyenda cuenta que en las noches de temporal y de poca visibilidad, cuando las lluvias tempestuosas o las brumas impedían a los navegantes avistar la costa, pequeños grupos de paisanos acudían con sus bueyes a pasearlos por los límites de los cabos, colgaban de los cuernos de las bestias pequeños faroles encendidos que simulaban, con el andar cansino de los animales, el balanceo de las luces de otras embarcaciones navegando.
Los patrones de los buques que cruzaban la costa, al confundir la luz de estas farolas con la luz de alguna otra embarcación que navegaba más a tierra y a mayor resguardo de la tempestad, optaba por imitarla, aproximándose ellos también a la costa, cayendo en una trampa mortal, y precipitándose inevitablemente contra los escollos.
En pocos minutos el barco engañado estaba perdido, aprovechando entonces la turba de lugareños para saquearlo y si fuera preciso, asesinar a los atemorizados e indefensos náufragos.
Otras versiones más benévolas y menos siniestras, ubican a los piratas, tras provocar los hundimientos, en las playas interiores de las rías, esperando pacientemente a que las corrientes marinas se encargaran de transportar hasta la orilla el ansiado botín.
Lo que haya de verdad en esta historia, jamás lo sabremos, pues nadie ha reconocido nunca haber participado en tan horrendos hechos, que pertenecen a la leyenda negra de la Costa da Morte. También es verdad que multitud de náufragos han sido rescatados por los marineros del lugar, en condiciones extremas y arriesgando heroicamente sus vidas.
http://www.turismodegalicia.org
1 comentario:
La "Costa da Morte" lleva su nombre desde la época en que los romanos querían conquistar el mundo. Fisterra, Finiterre, "Finis terrae", o lo que es lo mismo, "el fin de la tierra": para ellos no existía nada más allá y veían cada tarde morir el sol hundiéndose en las profundas aguas en el horizonte, por lo que llamaron al lugar "Costa da Morte do Sol". De ahí el nombre, aunque también sea cierto que las costas gallegas, y sobre todo las de esa zona, son y han sido siempre muy peligrosas para quien no las conoce bien, causa ésta de la gran cantidad de naufragios.
Por suerte y para su tranquilidad, los romanos veían nacer el Sol al día siguiente y seguir así la vida.
En el Cabo Fisterra está también el "ara Solis" , o altar del Sol, al que se atribuían propiedades mágicas y relacionadas con la fertilidad.
Para quien pueda visitar la zona, no debe perderse las magníficas puestas de sol en el faro y, si las fechas lo permiten, las increíbles lunas llenas...
Belle.
Publicar un comentario